miércoles, 29 de marzo de 2017

La Felicidad y John Stuart Mill

El utilitarismo- que ha sido dominante en la ética desde sus inicios hasta la década del 70- se presenta como una concepción ética de vida buena ligada a un ideal de perfección humana, donde la virtud tiene un papel sobresaliente. Si bien desde la modernidad la virtud deja de ser centro de las discusiones éticas, John Stuart Mill es el último filósofo de esta época que trata la problemática entre felicidad y virtud. El cultivo y la adquisición desinteresada de la virtud se integran en el proceso de autorrealización humana –nueva forma de felicidad-. La virtud es necesaria para la consecución de la felicidad y para el interés general de la sociedad. J. Stuart Mill, desarrolla el tema de la virtud en dependencia de su concepción utilitarista de la moral, que, a su vez, es consecuencia de su pensamiento en torno al hombre. Centrándonos en estos conceptos analizaremos los problemas que se han encontrado en la relación entre felicidad y virtud y trataremos de profundizar en su vinculación paradójica. ¿Qué papel juega la virtud, en especial los sentimientos sociales, en una ética que pretende lograr al bienestar general? ¿Cuál es la función social y personal de la virtud? En primer lugar definiremos los términos centrales de la problemática a tratar (I). Posteriormente, para entender el concepto de felicidad en Mill, y su vinculación con el placer, nos centraremos en las nociones de placer cualitativo, jueces competentes, dignidad, progreso humano, y felicidad general, que nos permitirán entender que para Mill hay tipos de existencia humana –unas mejores que otras- y a la felicidad como un conjunto complejo de elementos (II). Luego, presentaremos los problemas que surgen del análisis del lugar que ocupa la virtud en el autor estudiado (III); y finalmente La relación entre felicidad y virtud en John Stuart Mill Revista ACTIO nº 9 – noviembre de 2007 36 realizaremos algunas reflexiones sobre el tratamiento paradójico que realiza Mill de la virtud. (I) Eudaimonía y Areté La ética griega gira sustancialmente en torno a dos términos, eudaimonía y areté; o bien, según su traducción tradicional al español: «felicidad» y «virtud». “Responde a la problemática inaugurada por Sócrates y Platón, cuya cuestión central era la siguiente: ‘¿De qué manera es necesario que un hombre viva su vida?’ Como es evidente, lo que aquí está en juego no son principios generales sino más bien una escala de bienes entre los cuales escoger como fin último o supremo de la propia vida. Cuestiones, pues, referentes a la eudemonía o buena vida formaban parte integrante de la ética tanto como la teoría de las virtudes, o en la tradición estoica, de los deberes” 1 . La Eudaimonía, literalmente significa la posesión del buen daimon, de la buena suerte o del buen destino, era atribuida a alguien por los griegos haciendo referencia más bien a lo que normalmente sería la fuente de estos sentimientos, es decir, la posesión de lo que se considera deseable, algo más parecido a un juicio objetivo. Si bien Areté -entendida a esta como la cualidad excelente, como una disposición habitual a obrar bien en sentido moral- es traducida como virtud, su plural, aretai puede incluir otras cualidades, además de la morales, como el ingenio o la sabiduría.2 El Eudemonismo –tanto de Aristóteles y Platón como de la Stoa-, se diferencia del hedonismo, en la medida en que el fin de las acciones es el logro de una vida buena y no la consecución del placer. Aristóteles entiende que la eudaimonía es el fin de toda acción humana, y por consiguiente la mejor vida que puede vivir el hombre; la «vida buena», se refiere a la calidad sustancial de la vida, no a una simple característica o propiedad de la misma. Es claro que Aristóteles se opone a identificarla exclusivamente con el placer, la riqueza o el honor, pero la discusión se centra en si el acento de la vida buena está en la vida contemplativa o en la vida virtuosa. Aristóteles elimina el placer como sinónimo de vida feliz, aunque a diferencia de Platón no lo anula totalmente. Para Aristóteles el placer es un concomitante de la acción, y los verdaderos placeres serán aquellos que acompañarán a la actividad más perfecta.3 El Hedonismo es la concepción ética que identifica el bien con el placer, que pasa a ser considerado como el fin último que persigue la acción humana. 1 Guariglia, 1996, p. 15. 2 Cfr. Rowe, 1995, p. 185. 3 Cfr. Guariglia, 1997, pp. 88-89. Carolina Pallas Revista ACTIO nº 9 – noviembre de 2007 37 El tema del valor moral del placer como fin último o guía de la acción moral fue ampliamente discutido en todas las corrientes filosóficas griegas del siglo IV A.C., y se hallan expresiones de un cierto hedonismo en algunos sofistas como Gorgias o Antifonte, pero quienes la defendieron y desarrollaron más específicamente fueron los cirenaicos, y especialmente su fundador Aristipo. El platónico Eudoxo de Cnido defendió tesis morales semejantes – la vida de placer es la candidata para la vida feliz, ya que todos los animales, incluido el hombre, persiguen el placer y evitan el dolor como un mal- contra las que argumentó Platón. La otra gran corriente hedonista de la Antigüedad fue la representada por Epicuro y sus seguidores. «El placer es el principio y el fin de la vida feliz», afirmaba Epicuro, pero no entendía el placer como placer inmediato, sino como placer estable y ausencia de dolor. Se han considerado hedonistas los filósofos utilitaristas como J. Bentham o J.S. Mill, pero en éstos el placer no se subordina al individuo, sino a la sociedad pues, según ellos, el bien moral es la consecución del placer para el máximo número de personas. En la tradición ética occidental, la virtud es considerada condición indispensable del perfeccionamiento del ser humano. De ahí que, en general, los planteamientos que tienen en cuenta la autorrealización o el cultivo del individuo, integren un tratamiento más o menos amplio de la cuestión de la virtud. Ahora bien, el tema de la virtud puede ser enfocado desde diversas perspectivas que hagan prevalecer un aspecto u otro de la virtud. Estos enfoques dependerán, en último término, de cómo se haya concebido al ser humano. La ética griega, además del análisis de la vida buena, se presenta como ética de la virtud, en la medida que esta es el medio para conseguir la vida buena. El reconocimiento común de la conexión entre felicidad y virtud no impide que se presenten diferentes versiones sobre cuales son los eslabones que los unen. Para Aristóteles la virtud es necesaria pero no suficiente, se necesitan además bienes externos. Para Platón y los estoicos la virtud es suficiente para la felicidad4 . Epicuro entiende: “si bien todo placer es bueno no siempre debe seguirse”; y es la prudencia –virtud de la que se originan todas las demás-, que está unida a la vida feliz, la que considera las ventajas y desventajas de los distintos placeres. 4 Cfr. Annas, 1995, p. 247. Ver además Guariglia, 1996, pp. 190-191, donde se plantea la diferencia entre Aristóteles y Platón en relación a la phrónesis. La relación entre felicidad y virtud en John Stuart Mill Revista ACTIO nº 9 – noviembre de 2007 38 Si eudemonía en la antigüedad hacía referencia a las condiciones objetivas de una vida buena, en la actualidad denota una sensación subjetiva de satisfacción; de un sentimiento interior que varía en cada persona, y por ello tiene un valor relativo. Desde la modernidad deja de ser centro de las discusiones éticas, aunque en la actualidad ha vuelto desde una nueva perspectiva. Kant desliga la felicidad de las cuestiones éticas, en la medida que los hombres no pueden ponerse de acuerdo en el modo de lograrla, pero si, acaso, sólo en el modo de decidir en qué consiste la moralidad. Y ésta no lleva de por sí a la felicidad, sino que sólo hace al hombre digno de ser feliz. Sin embargo, los pensadores utilitaristas ingleses del siglo XVII y XVIII aún mantenían viva esta preocupación. John Stuart Mill es el último filósofo de esta época que trata la problemática entre felicidad y virtud. El Utilitarismo es el sistema ético que pone el fundamento y la regla de la moral en la utilidad entendida como interés mayoritario, las acciones son moralmente buenas si son útiles para el mayor número de individuos. Es “una teoría del bien utilizada habitualmente para dar contenido al marco consecuencialista más amplio. (...) Donde traza la línea la teoría utilitarista es en la insistencia en que para que algo sea un bien debe ser bueno, de algún modo, para alguien”5 . Es una concepción consecuencialista: la corrección moral de un acto depende de sus consecuencias, de la capacidad de producir un cierto estado de cosas previamente valoradas, y no aplica el principio de valorar las acciones humanas por lo que son en sí mismas. Para el utilitarismo ético un acto es correcto cuando maximiza la felicidad general, en palabras de Bentham: «el mayor bien es la mayor felicidad para el mayor número posible de personas». Las distintas versiones del utilitarismo responderán diferente a ¿Qué es lo bueno? ¿Cuál es la concepción de felicidad? ¿Para quienes? Aunque desarrollado de manera sistemática en un principio por J. Bentham, el primero en usar el término “utilitarianism”, y por James Mill y John Stuart Mill, seguidores inmediatos suyos, el utilitarismo hunde sus raíces en el epicureísmo y el hedonismo de la antigüedad griega; y en teorías epistemológicas y morales del empirismo inglés. El utilitarismo de Mill, creemos que implica una renovación de los filósofos clásicos, especialmente de Bentham. Mill perfecciona la doctrina de su antecesor, incluso enfrentándose frontalmente a él. En particular a su concepción restringida de las motivaciones y de la felicidad humana. 5 Goodin, 1995, p. 338. Carolina Pallas Revista ACTIO nº 9 – noviembre de 2007 39 (II) Felicidad, Placer y Autorrealización. Si bien Mill es utilitarista, es una versión renovada con respecto a sus predecesores. En el Principio de la Utilidad - también llamado de la Mayor Felicidad - de Bentham; se entiende por felicidad la consecución del placer y la ausencia de dolor; y a la inversa, se entiende por estado infeliz todo lo que implica dolor y excluye lo placentero. El utilitarismo de Bentham parte de un hedonismo psicológico: el hombre obra de acuerdo a la maximización de su placer y a la minimización del dolor, de ahí se pasa a un hedonismo ético: debemos procurar la felicidad, con su variante egoísta: búsqueda de la propia felicidad -predominante en ciertas partes de los escritos de Bentham-. Y el hedonismo ético universal, que Mill presenta en El Utilitarismo, Cap. 2: es un deber de todos ocuparnos imparcialmente y al mismo tiempo, tanto de la promoción de su felicidad particular como de bienestar general de todos los sintientes, de forma que se contribuya a la producción de la mayor felicidad total.6 El marco para obtener que es lo deseable se realiza a partir de la observación y la introspección. Para Mill la prueba de que lo único deseable por sí mismo es la felicidad, es de tipo fáctica. La experiencia, la práctica de la auto conciencia, la auto observación, y la observación de los demás, es la base para afirmar que la naturaleza humana está constituida de tal forma que no se desea nada que no sea o bien parte de la felicidad o medio para la felicidad, y la única prueba de que algo sea deseable es que realmente se desee.7 El pasaje que realiza Mill de lo deseado a lo deseable ha sido flanco de diversas críticas, pero el análisis de la “prueba” del principio utilitarista escapa a los intereses de este trabajo.8 Pero creemos, como afirma Guisán, que “Mill no anduvo del todo desencaminado al buscar algún tipo de puente entre deseado y deseable... La felicidad deseable no es sino la felicidad deseada por los individuos autónomos, libres y autodesarrollados, que Mill toma como modelo de la naturaleza humana educada y madura.” 9 La felicidad deseable no es la que cualquier hombre desea o cualquier deseo, es lo que los hombres moralmente desarrollados desean. Por ello su concepción de felicidad es llamada felicidad moral. Guisán se pregunta: “¿Qué otra cosa puede ser verdaderamente deseable sino lo realmente deseado por personas ilustres, sensibles y sensatas? El debe, en Mill, está contenido en el es. No existen hiatos, fronteras, muros infranqueables para transitar del mundo  

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