miércoles, 29 de marzo de 2017

El principal logro de Jane Austen es transmitir una perfecta imagen de la sociedad británica en el cambio de siglo, por debajo de las apariencias y los prejuicios.

El principal logro de Jane Austen es transmitir una perfecta imagen de la sociedad británica en el cambio de siglo, por debajo de las apariencias y los prejuicios. Describe de manera poética, inteligente e irónica las vidas de las jóvenes y la sociedad en la campiña inglesa del siglo XVIII, a través de una minuciosa caracterización psicológica y de comportamiento de los personajes. No obstante, no se hacen referencias, en la trama, a los dramáticos acontecimientos históricos de la época; entre otros, la revolución francesa o el inicio de las campañas napoleónicas.
El tema central de la obra es el matrimonio, que es la decisión más importante que las hermanas Bennet van a tener que tomar. El peligro está en elegir mal, por inmadurez o por falta de disciplina afectiva.4 Al final, tres de las cinco hermanas se han casado, después de elegir pareja valorando el amor, la seguridad económica y las afinidades. Ese interés, que desde la primera página se revela, sólo se logra al final después de verse retrasado por muchas tramas y malentendidos, debido principalmente al orgullo y el prejuicio.
Esta novela ha mantenido el interés de los lectores con el transcurso del tiempo, aunque desde que se publicó se han producido, al menos, dos cambios trascendentales:
  • Temáticamente, en la medida en que ha desaparecido la dependencia legal y la desventaja de las mujeres, que veían reducida su perspectiva vital al matrimonio, sin poder desempeñar otro "trabajo" productivo, e igualmente, no existir ese entorno de pequeña nobleza o gentry, tan preocupada por determinadas formas sociales.
  • Estilísticamente, no está de moda ese punto de vista del autor, con sus frecuentes comentarios condescendientes externos y el lenguaje, a veces formulario.
No obstante, a pesar del paso del tiempo, esta obra sigue leyéndose, con una modernidad sorprendente. Quizá sea porque la autora, lejos de la tradición literaria de su época, satisface mejor que otros autores algunas de las eternas exigencias del lector:
  • El tópico de una historia de amor con crisis y un final feliz en un entorno de figuras muy contrastadas. Los personajes son fácilmente reconocibles: la madre casamentera, el clérigo adulador, la gran dama dominante Catherine de Bourgh, la joven alegre e inteligente que se casa con el aristócrata altanero pero de buen corazón.5
  • Una composición que desarrolla hábilmente las líneas de la trama sin dejar "cabos sueltos" al lector. La novela tiene una estructura de precisión clásica, los episodios se definen por su realismo y se regulan según la función que cumplen en la narración entendida como un todo.6
  • Un estilo que no aburre al lector con minuciosas descripciones de apariencias, ropas o muebles. Ya la misma frase inicial entra en materia, en el asunto central. Además, la obra es en su mayor parte dialogada, lo que le da mayor interés.
  • Un valor constante como sátira social, que nos entretiene con figuras "cómicas", con muchas ironías y diálogos hostiles. La ironía, el humor, es uno de los rasgos más destacados de su estilo. Ya desde su primera frase es irónica: Es una verdad universalmente conocida que un hombre soltero.... Es una afirmación doblemente irónica, que "ridiculiza tanto a quienes enuncian verdades universales como a las madres cazayernos".2
  • La novela tiene un valor añadido. Es un manual de instrucciones sobre las charlas sociales aparentemente intrascendentes y las formas educadas de comportamiento. A través de estos comportamientos superficiales, las heroínas deben captar los sentimientos que subyacen (presunción, envidia y celos). Las hermanas Bennet y su amiga Charlotte se encuentran en un momento trascendental de sus jóvenes vidas: la elección de un compañero adecuado, cuando aún no están condicionadas por la edad. Jane Austen escribió, por tanto, un drama sobre la trabajosa interpretación del mundo en el que vive.

Elizabeth Bennet y Fitzwilliam Darcy los 2 Personajes principales de Orgullo y Prejuicio

Personajes principales[editar]

  • Elizabeth Bennet, protagonista de la historia, segunda de las cinco hermanas y la más bella de la familia, después de Jane. Es una joven de 20 años inteligente e ingeniosa, es divertida, un poco orgullosa y muy prejuiciosa. Se deja llevar siempre por las primeras apariencias, pero con el tiempo se dará cuenta de que no siempre la primera impresión es la que define a la persona.
  • La primera impresión no nos ayuda muchas veces.





  • Fitzwilliam Darcy, personaje masculino central de la novela y segundo interés amoroso de Elizabeth. Es un hombre inteligente, rico y tímido, que a menudo parece arrogante y orgulloso a los extraños, pero posee debajo de esa fachada un interior honesto y bueno. Inicialmente, considera a Elizabeth socialmente inferior a él, no merecedora de sus atenciones; pero descubre que, a pesar de sus inclinaciones, no puede negar sus sentimientos por Elizabeth. Su primera proposición es rechazada debido a su orgullo y el prejuicio de Elizabeth contra él. Adora a su hermana Georgiana y es suficientemente inteligente para darse cuenta de la atención que atrae sólo por su posición social.

La familia Bennet[editar]

  • El señor Bennet, es la cabeza de la familia. Un caballero inglés con una finca en Hertfordshire, casado con la señora Bennet y con cinco hijas. Por desgracia, su propiedad está vinculada a un descendiente por vía masculina (el señor Collins). El señor Bennet es un hombre agradable, inteligente y sarcástico; algo excéntrico, sólo puede divertirse a costa de su "nerviosa" esposa y sus dos hijas - Kitty y Lydia. Se siente más cercano a Jane y, sobre todo, a Elizabeth, las dos hijas mayores, que son las más sensatas de sus retoños. Ha encontrado el equilibrio quedándose en la soledad de su estudio y desentendiéndose de la crianza de sus hijas. Con ello, en cierto sentido abandona sus responsabilidades hacia la familia y la lleva casi al desastre.
  • La señora Bennet, esposa quejumbrosa y maleducada del señor Bennet, la madre de Elizabeth y sus hermanas. Su principal preocupación en la vida es ver a sus hijas bien casadas, sin importarle con quién mientras sean ricos y las cuiden después de la muerte del señor Bennet. Sin embargo, sus esfuerzos se ven obstaculizados por su naturaleza imprudente y las frecuentes meteduras de pata en sociedad. Desde el primer momento, Jane Austen advierte que la señora Bennet es "peligrosamente tonta, que está jugando irresponsablemente con la decisión más importante que sus hijas van a tener que tomar".2
  • Jane Bennet, la mayor de las hermanas Bennet. Tiene veintitrés años de edad al principio de la novela y es considerada generalmente la más hermosa de las hermanas. La hondura de sus sentimientos es difícil de discernir para aquellos que no la conocen bien, debido a sus maneras reservadas y su dulzura para con todos. Ella es incapaz de creer lo peor de la gente, con una personalidad tímida, ingenua y pura de sentimientos; ve sólo lo bueno. Se enamora de Charles Bingley y queda desolada cuando él abruptamente rompe su relación sin más explicaciones. Con el tiempo, sin embargo, el malentendido por parte de él queda aclarado y ella lo acepta como marido.
  • Mary Bennet es la más seria y sentenciosa de las hermanas Bennet. Es la única de sus hermanas que no es guapa, lo que le da un carácter amargado debido a las comparaciones a las que la someten con sus hermanas. Esto lo intenta remediar haciendo ver que no le interesan demasiado las reuniones sociales y que lo que de verdad le gusta es pulir sus conocimientos y sus dotes intelectuales, lo que le da un aire pedante, especialmente ya que usa un lenguaje rebuscado y acartonado en un intento de parecer intelectualmente superior. A pesar de creerlo tampoco es demasiado inteligente, lo que se demuestra al encontrar al señor Collins "extremadamente interesante".
  • Catherine "Kitty" Bennet, aunque mayor que su hermana Lydia, es en cierto modo su compinche. Imita todo lo que Lydia hace y se muestra desproporcionadamente celosa cuando sólo invitan a Lydia a ir a Brighton con las tropas, pues ella también desea ir. Se caracteriza por ser tan vanidosa y materialista como su hermana menor. Tras la fuga y el escandaloso matrimonio de Lydia, el Señor Bennet reconoce que es consecuencia de la indiferencia que ha demostrado en la crianza de sus hijas, por lo que advierte a Catherine, para desgracia de ésta, que a partir de ese momento planea ser estricto y muy poco permisivo con ella para evitar un nuevo incidente. Tras el desenlace se menciona que alejarse de Lydia ha mejorado mucho su actitud y se ha vuelto una muchacha mas centrada y correcta.
  • Lydia Bennet, la más joven de las hermanas. Tiene quince años cuando comienza la narración. Lydia es muy coqueta, inocente, cabezota e imprudente. Es una holgazana, dedicada a seguir sus caprichos frívolos, especialmente la caza de los oficiales acuartelados en Meryton. El señor Wickham la seduce y ella se fuga con él sin pensar mucho en las consecuencias para su familia. Luego, gracias al señor Darcy, Wickham se casa con ella a cambio de dinero y de que le paguen la boda.

Personajes masculinos[editar]

  • Charles Bingley, el amigo más cercano del señor Darcy, a pesar de sus diferentes personalidades. Es un joven extrovertido, extremadamente amable y rico, que alquila una propiedad cerca de la finca de los Bennet al comienzo de la novela. A diferencia de muchos dentro de su círculo, él es asequible y se mezcla fácilmente en compañía de otros que son considerados por debajo de él. Se siente atraído por Jane Bennet, quien corresponde a sus sentimientos pero que es demasiado tímida y reservada para expresarlos claramente.
  • William Collins, sobrino del señor Bennet, un clérigo y su pariente varón más cercano, por lo que heredará Longbourn a la muerte del señor Bennet. Collins es un sicofante pomposo y de mente estrecha, excesivamente devoto y adulador de su patrona, Lady Catherine de Bourgh. Al aconsejarle ésta que encuentre esposa, inicialmente selecciona a Jane, sólo para transferir instantáneamente sus afectos a Elizabeth al saber del próximo enlace de Jane con el señor Bingley. Después de ser rechazado por su segunda elección, propone matrimonio a Charlotte Lucas, que lo acepta.
  • George Wickham, enemigo del señor Darcy. Es un gallardo, encantador y guapo soldado que llama la atención de Elizabeth Bennet. Su padre era el administrador del patrimonio Darcy, así que creció con el señor Darcy y su hermana, siendo el favorito del padre de Darcy, ya fallecido. El encanto de Wickham encubre una naturaleza más conspiradora y deshonesta, con una amarga enemistad entre él y Darcy debido a su intento de raptar a Georgiana Darcy por su considerable dote. Más tarde se fuga con Lydia Bennet, pero es encontrado por Darcy, quien le soborna para que se case con ella.
  • El señor Hurst, marido de la señora Hurst, hermana del señor Bingley. Es un hombre frívolo cuya única afición es jugar a las cartas, por lo que desprecia e ignora a todo aquel que no se siente atraído por los naipes. Cuando se entera precisamente de que Elizabeth prefiere la lectura al juego de cartas, deja de prestarle atención.

Personajes secundarios femeninos[editar]

  • Charlotte Lucas, es la mejor amiga de Elizabeth Bennet, aunque varios años mayor que ella. Hija de Sir Lucas y con algunos hermanos hombres, menores y haraganes. Acepta casarse con William Collins, incluso cuando sabe que su mejor amiga lo rechazó poco tiempo antes, ya que Charlotte tiene una edad madura y una precaria situación económica. Después de la noticia sobre la boda se rompe la estrecha amistad que existe entre las jóvenes, aunque se siguen frecuentando, es aquí se da cuenta Lizzy que su amiga prefirió la comodidad al amor, ya que aparenta felicidad pero por dentro está vacía. Charlotte le dice a Elizabeth cuando ésta se lo hecha en cara: "Lizzy, no todas podemos darnos el lujo de ser románticas"3
  • Georgiana Darcy, hermana menor del señor Darcy, una joven tímida que quiere a su hermano por encima de todo. Al conocer a Elizabeth, Georgina siente una gran simpatía hacia ella y no duda en apoyar una relación entre ambos. Años atrás fue seducida por George Wickham, quien con la ayuda de una alcahueta intentó raptarla para casarse con ella, pero el señor Darcy lo descubrió justo a tiempo y no dejó que eso sucediera, ya que le "avisó" que no lograría conseguir ni una moneda casándose con su hermana, después de lo cual Wickham desaparece. Su personalidad tímida la hace temerosa de cometer un error en sociedad optando por el silencio y la inexpresividad, por lo que muchas veces crea en la gente la misma impresión que su hermano.
  • Lady Catherine de Bourgh, tía del señor Darcy y protectora de William Collins, una condesa rica y extremadamente recta y creyente de la férrea educación de las damas, a las que no cree preparadas sin un estudio profundo de dibujo, música, idiomas y artes variadas. Crítica, exigente y algo egocéntrica, no permite las insurrecciones propias de la juventud. Le gusta el lujo palaciego y los decorados ostentosos, así como un comportamiento muy refinado y correcto en sociedad. Devalúa y tiene prejuicios respecto a todos aquellos que están por debajo de ellos en la jerarquía, según razona su titulo y condición social le dan autoridad para imponer su voluntad y juicio sobre cualquier otra persona resultando en una mujer que a pesar de su educación constantemente incurre en comentarios y actitudes groseras y fuera de lugar.
  • Anne de Bourgh, única hija de Lady Catherine, comprometida desde su infancia con el señor Darcy. Es de constitución débil, lo que hace que casi siempre esté enferma y no salga nunca de su casa. No habla mucho con Elizabeth durante su estancia en Hunsford, lo cual da a pensar dos cosas: que es de carácter muy retraído o que no se siente muy afín a la protagonista.
  • Caroline Bingley, hermana del señor Bingley y junto con su hermana, la señora Hurst, intenta confundir a Jane Bennet sobre los sentimientos del señor Bingley respecto a ella, pues le hacen creer que tienen intención de casarlo con la hermana del señor Darcy, Georgiana. Interesada sentimentalmente en el señor Darcy, Caroline intenta apartarlo de Elizabeth, despreciándola y ridiculizándola siempre que puede.
  • Lousia Hurst hermana del señor Bingley, casada con el señor Hurst. Se trata de una mujer orgullosa y clasista que, con la ayuda de su hermana soltera Caroline, intenta alejar a Bingley de Jane Bennet para casar a su hermano con Georgiana Darcy y a la vez propiciar una unión entre la propia Caroline y el señor Darcy.

El Señor y la Señora BENNET y sus 5 Hijas

Orgullo y prejuicio es la historia del señor y la señora Bennet, sus cinco hijas, y varias aventuras románticas en su residencia Hertfordshire de Longbourn.

Los caracteres de los padres son contrastados enormemente: el señor Bennet es un caballero sabio e ingenioso, mientras que la señora Bennet está permanentemente preocupada por la cuestión del casamiento de sus hijas a cualquier coste. La razón de esta obsesión es porque su patrimonio pasará por ley después de la muerte de su esposo, a su pariente de sangre más cercano: su primo, Guillermo Collins, un hombre fatuo, indiscreto y pomposo.

La historia de Austen cobra emoción con la llegada del joven soltero y rico Charles Bingley y su amigo Fitzwilliam Darcy.

Esta es una historia de sentimientos, afectos, fingimientos, y la relación tempestuosa de Darcy con Elizabeth Bennet a la que Jane Austen reclamó como su favorita entre sus descendientes literarias.

* Este libro tiene todos los dibujos en el original (ilustrado por C.E Brock)

Biografía del autor

Jane Austen (1775 –1817) fue una destacada novelista británica que vivió durante el período de la regencia. La ironía que emplea para dotar de comicidad a sus novelas hace que Jane Austen sea contada entre los "clásicos" de la novela inglesa, a la vez que su recepción va, incluso en la actualidad, más allá del interés académico, siendo leídas por un público más amplio. Sus obras han sido llevadas al cine en varias ocasiones.

La familia Bennet, cuyo propósito en la vida pareciese ser que sus hijas lograrán un matrimonio, se encontraba discutiendo cuando Mrs. Bennet le dio la noticia a su esposo que Mr. Bingley hombre rico y amable, había llegado a Netherfield por el verano, y Mr. Bennet debía presentarse ante él, pues así en el baile que se aproximaba podría conocer a sus hijas y así con suerte comprometerse con alguna de ellas, y así ocurrió. 

Durante el baile Mr. Bingley demostró una gran atracción hacia Jane, pero Mr. Darcy quien demostraba un gran orgullo, rechazo a Elizabeth pues esta no tenía suficiente belleza para tentarlo, esto lastimó el orgullo de Lizzy.

Elizabeth molesta tomó a esté como un hombre orgulloso, y desagradable al contrario de Mr. Bingley. 

Jane volvió a su hogar, y Lizzy acompaño a sus tíos a la capital, y después visito a Mr. Y Mrs. Collins, la visita dio lugar a ir a comer con Catherine De Bourgh y para sorpresa de Lizzy ésta era la tía de Darcy, y su hija estaba destinada a casarse con él.

En su visita Darcy y ella se toparon, y cierto día Darcy, quien no paraba de verla, confesó su amor hacia Lizzy. Elizabeth negó diciendo que sería el último con quien se casaría pues él había tenido influencia por la separación de Mr. Bingley y Jane, había dejado a Wickham sin dinero, y había despreciado a su familia por su de menor posición social. 

RESUMEN ORGULLO Y PREJUICIO  - Jane AustenDarcy se mostró desilusionado, y al siguiente día partió pero antes dejo una carta ante Lizzy. 

En esta carta Darcy comentaba las razones por las cuales había separado a su hermana de su amigo, pues todo se debía a un prejuicio de posición social, y comentaba la verdadero historia sobre Wickham, Lizzy se sintió avergonzada pues se dio cuenta de que Wickham no era una persona sincera y que se había dejado llevar por sus comentarios amables. 

Así fue como Lizzy empezóa sentir algo hacia Darcy, y cada día pensaba que no debía haber rechazado su proposición.

Lizzy regresó a casa, y le comento a Jane ciertos aspectos sobre la carta más no todo.

Invierno llegó y Mrs. Gardiner tía de Lizzy la invito a salir de la cuidad, y así fueron a visitar la finca de Darcy, ahí mismo Lizzy se topó a Darcy y confirmo sus sospechas pues Darcy había cambiado era más sensible, y flexible y trataba a sus tíos con respeto, sin importar que fueran de menor nivel social. 

Elizabeth se enamoraba de Darcy cuando una carta la hizo llorar al enterarse que Lydia su hermana menor había huido con Wickham, su llanto fue percibido por Darcy quien ayudó a su familia sin que nadie se diera cuenta, pues este encontró a Wickham y Lydia y los obligó a casarse, claro invirtiendo cierta cantidad de dinero. 

La boda de Lydia y Wickham se efectuó y Mrs. Bennet no se podría ver más feliz, pero en una de sus pláticas, Lydia confesó sobre lo que Mr.Darcy habría hecho así mismo Mrs. Gardiner lo confirmo, Lizzy se dio cuenta de que tal vez los sentimientos de Darcy no habían cambiado. 

El verano volvió y junto con el Mr. Bingley se volvió a instalar en Netherfield esto provoco que Jane estuviera más feliz, y las visitas de Bingley fueron casi diarias. En una de estas visitas Bingley confesó el amor hacia Jane y así se comprometieron.

Pero junto con Bingley, Darcy era su compañía fiel, pues Lizzy sabía perfectamente que esté tenía bastante que ver con el tema del su regreso. 

Catherine De Bourgh decidió visitar a la familia Bennet en especial a Lizzy, pues así podría asegurarse de que nada ocurriera entre ellos, está deseaba que Elizabeth prometiera no aceptar a Darcy como esposo, pues sería como una humillación para su nivel social; en realidad era por el matrimonio arreglado entre él y su primogénita Miss De Bourgh. Lizzy no accedió a prometerlo; enfurecida Catherine se marchó.

El problema de esta obra, consiste en con quien contraerán matrimonio las hermanas Bennet, pues la mayor preocupación de su madre, es que se queden abandonadas. Esto se resuelve para Jane, pues gracias a que ella no se atrevía a hablar mal de nadie y era paciente consiguió que Mr. Bingley siguiera enamorado de ella y se comprometiesen.

Conflictos Principales Lizzy la protagonista, a lo largo de la obra muestra cómo va madurando en la historia y se da cuenta que su orgullo y prejuicio hacia los demás no son algo que la ayude. 

Gracias a que se da cuenta de esto ayuda a que Mr. Darcy deje su propio orgullo y prejuicio hacia familias de menor nivel social y decida comprometerse con ella. Lydia, la menor de las Bennet, inmadura, y precoz siempre detrás de los oficiales, paga por esto pues su matrimonio es un arreglo y un soborno mas no un amor recíproco, pues Wickham no le tiene el mismo apreció que ella a él.

Kitty y Mary, al ver lo ocurrido con Lydia, serán más educadas, y mayor cuidada pues ahora no ce le permite a Kitty visitar a los oficiales, y Mary solamente se enfoca en sus libros.

Orgullo y Perjuicio 5 Hermanas a la busca de Felicidad ?? En un Tiempo donde triunfa la apariencia

“Orgullo y prejuicio no tuvo la misma suerte. La fotografía es estupenda, los actores en general buenos, aunque algunos sobreactuados. El montaje, el vestuario, las locaciones, la música&hellip… como lo sabe hacer el buen cine inglés”.
Hasta aquí suscribimos lo dicho, salvo en la afirmación “Orgullo y prejuicio no tuvo la misma suerte”.  De aquí en más nos proponemos matizar. 
Pero el director intentó girar el asunto del plano de  lo psicológico (estrictamente deberíamos decir, de lo espiritual, fuertemente determinado por una sociedad exterior y formalista propia de la época) a una visión social y de tinte gramsciano. Creemos que no lo logra. 
Exagera la pobreza de los Bennet, y desdibuja la figura de Elizabeth, (la cabeza equilibrada de la familia), retratándola como una especie de feminista mitigada, cuando es, en realidad, una mujer de carácter, orgullosa y prejuiciosa, pero recta y noble. 
El personaje de Darcy se logra mucho mejor, si damos por sentado el atildamiento propio de un caballero de su rango y temperamento. 
La cuestión de la fortuna y el futuro domina las motivaciones de todos. Las mujeres, sobre todos las pobres y las feas, y si son ambas a la vez mucho peor, buscarán refugio en el matrimonio más conveniente que puedan. Los hombres también, aunque tienen la salida más honrosa del clero o la milicia. En ese marco social y con unas gruesas ironías de Austen a lo que pareció ser el lema de la época: apariencia o muerte, un realizador de mentalidad marxista tiene tela para cortar. Pero, vaya uno a saber porqué, Joe Wright no traicionó el espíritu de la novela. 
El centro dramático de toda la acción es un choque de temperamentos dominados por las pasiones del orgullo y el prejuicio. Ambos caracteres nobles, rectos, ávidos de justicia, compasivos con los más débiles, pero a la vez, víctimas de los defectos propios de sus virtudes, altivos, inflexibles, de juicios categóricos y apresurados, demasiado sensibles a la ingratitud, imprudentes... 
A lo largo del filme los personajes que encarnan estas virtudes y defectos, Lizzi Bennet y Mr. Darcy se van conociendo y su propia rectitud los obliga a reconocerse, y movidos por los agravios que se han prodigado pese al amor que sienten entre sí amor, que es más fuerte que el orgullo, la fortuna o el rango. Este entrecruzamiento de personalidades y circunstancias está magníficamente retratado. 
Otro inevitable aspecto de comparación entre ambos filmes es la mezcla de elementos cómicos en las escenas dramáticas. Aquí también debemos desdecirnos de lo afirmado antes. En otro estilo, hay un fino y delicado humor que se entremezcla con momentos de dramatismo con gran acierto. No al modo de Sensatez y Sentimientos, pero allí está.

Orgullo y Prejuicio Una Familia de 5 Hermanas de Jane Austen

pp3

Crítica

De acuerdo con sus creadores la nueva adaptación cinematográfica de la novela 'Orgullo y Prejuicio', trata de plasmar el espíritu del libro de Jane Austen acercando el día a día de una familia y una época al público actual de la manera más realista posible al mismo tiempo.
Los Bennet de Longbourn
A partir de aquí y creyendo fielmente en lo anterior, el espectador tiene ante sí la magnífica perspectiva de sentarse tranquilamente y disfrutar de una visión costumbrista, 'alegre' y 'dramática' al mismo tiempo.
Lamentablemente, no son siempre las cosas como podemos imaginar y si bien es absurdo esperar que una recreación plasme punto por punto lo que en nuestra imaginación tan vivamente se pintó cuando disfrutamos de una buena lectura, no resulta menos frustrante una vez asumida esta máxima, que lo que prometía satisfacer bastante resulte más bien decepcionante.
Buscando a la presa
Ciertamente desde la última y primera versión para el cine de 'Orgullo y Prejuicio' del año 1940, protagonizada por Laurence Olivier y Greer Garson, se ha producido una gran evolución si comparamos ambas películas en cuanto al entorno, vestuarios, y algunos elementos externos más. Sin embargo, la aproximación al texto ha sido igualmente pobre, quizás incluso más en esta segunda visión que prometía ser más fiel. La adaptación de la historia es puramente superficial limitándose la misma a una imagen simplista de los hechos que se describen en la narración original.
Lydia animada
Pese a lo anterior, podemos hallar rasgos positivos en la película que ayudan a contribuir a la construcción de un retrato de la época como la fotografía y la ambientación musical que son magníficas: podremos disfrutar de un bello paisaje durante todo momento acompañado por hermosas melodías evocadoras de reminiscencias de cuadros del mejor romanticismo alemán.
De cuadro
Otro aspecto que podría resultar positivo si no se hubiera pecado de exceso, es el de los cuadros de escenas cotidianas, especialmente el de aquellas no mencionadas explícitamente en el libro y que son añadidas con demasiada asiduidad para dar, creemos, esa impresión de realidad, como el tratamiento de los animales en la granja. La insistencia en ciertos planos, que incluyen la imagen de cerdos y de un cerdo en concreto, lleva a una delirante repetición de secuencias que nos hacen cuestionar quiénes viven dentro de la casa y quiénes fuera de la misma. Claro que la higiene y la sanidad eran muy distintas hace tres siglos, pero nos basta con una imagen general para percibir cómo vivían los Bennet, como el primer plano del comienzo de la película, y no aquellas tomas 'eternas' que roban momentos que pudieran haber sido aprovechados para dibujar con más profundidad a los personajes a través de los diálogos de Jane Austen.
La niña del columpio
Parece ser que la intención del director ha sido la de convencernos de que el estatus social y económico de los Bennet no es tal como se pinta en otras adaptaciones, más que la de recrear cómo sería de acuerdo al mundo descrito por Jane Austen. El comportamiento de las señoritas Bennet en la mesa parece unir esa inferioridad social y económica con la falta de modales además de su aspecto desaliñado, contrastando fuertemente por ejemplo, con la escena del desayuno interrumpido de la señorita Bingley y Mr Darcy que como dos figuras mayestáticas recientemente almidonadas,‘disfrutan’ de un desayuno concebido para ‘grandes estrellas’. Una manera muy pobre de representar la falta de naturalidad de los ‘ricachones’ frente a la ‘espontaneidad’ que roza lo vulgar de los ‘pobres’ y ‘felices’ Bennet.
Recepción de los Bingley
En cuanto a los personajes, la elección fue bastante criticada, pues en todo momento e inevitablemente se ha comparado la película en su conjunto con la versión de la BBC para la televisión de 'Orgullo y Prejuicio' del año 1995. Aunque creemos de buena fe que el reparto intenta hacer su papel lo mejor posible, no pensamos que la perspectiva adoptada para cada uno de los personajes interpretados sea la más idónea. Uno de los elementos que más se echan en falta es la ironía austeniana, presente en el comportamiento de la sociedad que la autora representa en sus escritos. Este factor junto con el delicioso sentido del humor de la autora hace que problemas realmente graves del momento resulten mucho más ligeros y no por ello menos importantes.
Mr Collins se declara
Sin embargo la actitud corta de miras con respecto a los personajes hace que todo esto desaparezca. Así sin ir más lejos, la señora Bennet pierde parte del matiz cómico que la caracteriza, y en su constante preocupación por casar a sus hijas, se convierte en un personaje en continuo estado de histeria, algo que en vez de provocar una carcajada, hace que nos apiademos de ella. También el señor Bennet que resulta brillante en cuanto a los comentarios que realiza y que son entendidos rara vez por su esposa, aparece como un hombre cansado de la vida y al que menos pudiera apetecerle una muestra de su ingenio a costa de su mujer o de sus hijas.
La familia recién salida de la cama
Lamentamos ver como el exceso de celo del director por recrear escenas cotidianas sumidas en cierto dramatismo -pese a los contrastes proporcionados por las fiestas y reuniones sociales, no carentes de imágenes grotescas como las borracheras de la señora Bennet- ha hecho que pierda la perspectiva de factores importantísimos como las relaciones humanas que nos describen el carácter de los personajes y que se reflejan sobradamente en los diálogos de Jane Austen.
Todos de partyyyy!!!
Otro de los personajes carente de profundidad es nuestro Señor Darcy que aparece eso sí, como nunca, cuan caballero silencioso, puesto que las secciones más elocuentes que pronuncia en la novela no aparecen en la película. Si la idea de sus adaptadores indudablemente ha sido la de presentar un personaje más al estilo de las hermanas Brönte: Heathcliff en Cumbres Borrascosas o el señor Rochester en Jane Eyre, para proporcionar un cierto aire de misterio y perturbador que atraiga más al público femenino, hasta el mismo Rochester tiene mucho más que decir junto con el torturado Heathcliff.
Darcy, entre el deseo y el enfado
¿Acaso esta visión pobre del personaje pretendía que el público 'viera' al señor Darcy tal y como parece ser que entienden lo descubre Elizabeth?, ¿es el señor Darcy justo merecedor del rechazo general por ser tan ‘antipático’? Mr Darcy aparece como el 'outsider', un completo desconocido cuya presencia basta para hacer que el resto de la sociedad se sienta en inferioridad provocando incomodidad general y cierto estado de temor. Nadie quiere a Mr Darcy porque parece ser que la culpa de su carácter y el número de sus riquezas van de la mano, algo que se contradice con el ansia de la misma sociedad por emparejarse con jóvenes solteros y ricos. Ni si quiera el desprecio que provoca su actitud orgullosa y hasta un punto grosera puede percibirse más que como miradas de asombro, de ignorancia y rechazo más que por ser grosero, por ser un desconocido, el 'raro' que no se comporta como los demás, un completo extraño, el diferente.
De miedo
Los impulsos sensuales y sentimientos encontrados que han tratado de reflejarse sin ton ni son, han hecho que se pierda de vista el elemento racional y conciliador que a la vez alimenta esas pasiones y que explica el cambio de actitud de Elizabeth con respecto del odiado señor Darcy. Es en esta comprensión del carácter de Darcy donde se comprenden los prejuicios de Elizabeth, en tanto que en la película Elizabeth y sus prejuicios son el castigo justo a la actitud oscura del que no quiere adaptarse y pertenecer al 'pueblo'.
Entre amigos
Sin duda se ha pecado de simplismo queriendo crear dos corrientes, una de simpatía hacia los representantes de pueblo (el mundo del campo y la naturaleza) y otra de repulsa a los encorsetados ricachones que no saben disfrutar de la vida rural. Una imagen mucho más próxima a las ideas de la señora Bennet que a las de una persona capaz de madurar de manera inteligente la complejidad de razones que llevan a las personas a comportarse de una manera o de otra.
Mrs Bennet, sin más
En cuanto a Elizabeth, nos encontramos con una muchacha risueña pero excesivamente impulsiva que para nada tiene la paciencia de la que tanto habla el narrador de Orgullo y Prejuicio. El hecho de enfrentarse a gritos en pleno campo a su madre (a sus padres) para no aceptar la oferta de matrimonio del señor Collins, resulta inapropiada. La 'obstinación' y determinación de Elizabeth, su carácter fuerte y decidido han sido entendidas por parte de los adaptadores de esta versión como cuatro voces lanzadas al aire y carreras, en el sentido más literal de la palabra, cuyo final puede estar en el sitio más inesperado pero que sí cuadraría perfectamente con la estética de un póster ‘romántico’ con luna llena de dimensiones extraordinarias incluida.
Elizabeth en histeria
Juventud, carácter y naturalidad en todas las señoritas Bennet son interpretadas como gritos, risotadas, voces y casi silbidos a los caballeros. El señor Bingley también participa de esa naturalidad ufana propia de un carácter sano como el suyo que simpatiza con las chicas del pueblo, hasta tal punto que entra y sale de la habitación de su invitada sin importar que lleve o no camisón. Claro que todo se perdona en ese jugueteo juvenil porque no podemos simpatizar con lo pretencioso de las clases altas representadas en una hermana que entiende la ‘seriedad’ que le confiere su nueva posición social con la agriedad del que se acaba de comer un limón.
Una enferma Jane
Podríamos seguir con el pobre y aquí reprimido señor Collins, la no menos paranoica Charlotte Lucas, etcétera, etcétera, pero ya ha sido suficiente. Fotografía y música consiguen hacer llevadera esta película si bien no se busca una adaptación de lo que realmente es una compleja historia de amor, comprensión, respeto y evolución de caracteres como resulta ser ‘Orgullo y Prejuicio’ de Jane Austen. Puede llegar a gustarles por todo aquello que la rodea, pero no aguarden nada más allá de una visión superficial de la novela.

5 Mujeres Solteras a la busca de Marido adecuado

En Orgullo y prejudicio, Jane Austen se ocupa de una realidad común en Inglaterra a finales del SXVIII y principios del S XIX .
 Las mujeres que no son ricas tienen que casarse bien. Y con "bien" queremos decir "con un hombre rico", de modo que cualquier tipo de una buena familia con un ingreso grande y constante cumple los requisitos para la Caza Matrimonial. ¿Hombres ricos pero no inteligentes, no guapos y aburridos? A la Sra. Bennet no le importa. Pues, ella tiene cinco hijas a quienes les hace falta una fortuna. Cuando un cierto (rico) Sr. Bingley se traslada a su vecindario y se interesa por su hija mayor, Jane, la Sra. Bennet se pone muy contenta y le hace de cupido, lo cual crea una situación muy incómoda para su familia y los espectadores inocentes.

Sin embargo, no es nada fácil. Mientras que el Sr. Bingley es relajado y amable, sus hermanas son esnobs maliciosas cuya actitud es fomentada por el Sr. Darcy. Él es guapo, rico y un amigo íntimo del Sr. Bingly y es insufriblemente orgulloso y altivo. Los Bennet están por debajo a su estatus social, pues el Sr. Darcy se comporta de forma desagradable que corresponde a dicha diferencia de estatus y es particularmente malo con Elizabeth, la hermana menor de Jane. Cuando el Sr. Bingley sugiere que el Sr. Darcy la saque a bailar, el Sr. Darcy responde que no es lo suficientemente hermosa. Los dos hombres tienen esta conversación, por accidente, donde Elizabeth puede oírlos. Ay. 

Todo el mundo sabe que el Sr. Bingley se ha enamorado de Jane. El temperamento calmo de Jane oculta sus sentimientos verdaderos. (Ella lo quiere también.) Elizabeth charla con su amiga Charlotte Lucas sobre la situación. Ella le dice que tiene que demostrar un poco de cariño para no arriesgar perder al Sr. Bingley. Mientras tanto, el Sr. Darcy ha terminado de difamar a Elizabeth y empieza a sentir atracción hacia ella. Algo tienen sus "ojos finos". 

De todos modos, las hermanas del Sr. Bingley invitan a comer a Jane, quien (según las recomendaciones de su madre) va a caballo a la mansión de los Bigley en la lluvia, se empapa, se enferma y tiene que quedarse en la casa de los Bingley. Elizabeth llega para cuidar a su hermana y para participar en intercambios ingeniosos con el Sr. Darcy. Estupefacto por su atracción, sigue mirándola fijamente, pero ella supone que es un idiota que trata de juzgarla. 

En Longbourn (la casa de los Bennet), el Sr. Collins viene a visitar. Como él es el pariente más cercano del Sr. Bennet, el Sr. Collins heredará la quinta después de que el Sr. Bennet muera. El Sr. Collins ha decidido que sería bueno casarse con una de las chicas Bennet para conservar su casa. Parece que Elizabeth le gusta más pero él es, a propósito, un idiota que idolatra a su jefa, Lady Catherine. Es evidente que Elizabeth lo encuentra repugnante. 

En cuanto a las hijas Bennet más jóvenes, ha llegado la milicia y están listas para lanzarse a cualquier oficial que venga por sus partes. Conocen a un encantador joven que se llama Sr. Wickham, quien hace amigos con Elizabeth rápidamente. El Sr. Wickham le cuenta a Elizabeth su triste historia, durante la cual le dice que todas las oportunidades de su vida fueron destruidas por el Sr. Darcy, y la convence de que el Sr. Darcy es el Mal Encarnado. Elizabeth cree todo lo que le dice el Sr. Wickham y se entera también de que Lady Catherine (la jefa del Sr. Collins) es la tía del Sr. Darcy. 

Al día siguiente, todas las chicas Bennet reciben una invitación a un baile en Netherfield, la mansión del Sr. Bingley. Elizabeth se emociona por la oportunidad de bailar con Wickham y también por ver una confrontación entre el Sr. Darcy y el Sr. Wickham. El Sr. Wickham no asiste al baile pero el Sr. Darcy le pide un baile. El Sr. Collins se lo pide también pero su estilo de bailar es grotesco y hasta penoso. El resto de su familia le da vergüenza también: La Sra. Bennet dice que el Sr. Bingley probablemente pedirá la mano de Jane y Mary demuestra su falta de talento musical. Lydia y Kitty coquetean cursimente con los soldados. 

A la siguiente mañana, el Sr. Collins pide la mano de Elizabeth pero ella tiene que casi golpearlo en la cabeza para que entienda su rechazo. No nos compadecemos mucho del Sr. Collins porque Charlotte Lucas, la amiga de Elizabeth, finge ser su amiga pero en verdad está buscando un esposo para sí misma. El Sr. Collins le pide su mano y ella acepta. Elizabeth queda estupefacta cuando se entera de su noviazgo. No puede creer que la prudencia de Charlotte le permitiría casarse con un hombre tan ridículo. Sin embargo, Charlotte le explica que es una soltera que no tiene perspectiva y preferiría tener su propia casa en vez de vivir con sus padres para siempre. Básicamente, a buena hambre no hay pan duro. 

Una carta llega para Jane. Es de la Srta. Bingly y le dice que el grupo Bingley ha salido para Londres. La Srta. Bingly implica también que el Sr. Bingley está enamorado de la hermana del Sr. Darcy. Jane queda destrozada pero va a Londres con sus tíos, esperando conquistar al Sr. Bingley de nuevo. 

Elizabeth va de viaje también para visitar a Charlotte, la recién casada. Parece contenta. Durante su visita, Elizabeth recibe una invitación para comer en Rosings Park, la quinta de Lady Catherine. Mientras está allí, Lady Catherine la interroga pero Elizabeth la maneja bien. Se entera de que el Sr. Darcy va a visitar pronto. 

Al llegar el Sr. Darcy, él y Elizabeth tiene otro intercambio ingenioso en el comedor de Rosings Park. Él visita la casa de Charlotte a menudo, lo cual confunde a todos porque no dice nada, no parece que esté pasándola bien y nunca se queda más de diez minutos. 

Mientras tanto, Elizabeth se entera de que el Sr. Bingley iba a pedir la mano de Jane pero el Sr. Darcy intervino. Por supuesto, su odio hacia el Sr. Darcy aumenta. Pero ese es el momento que el Sr. Darcy escoge para pedirle la mano. 

Durante la propuesta, hay algunos comentarios como "Soy superior a ti" entre los de "Te quiero", lo cual no le gusta a Elizabeth. Ella lo rechaza y lo reprende. Dice que no es caballero y cita la historia del Sr. Wickham y el corazón partido de Jane como las razones principales de su ira. 

El día siguiente, el Sr. Darcy le da una carta a Elizabeth y le pide que la lea. Contiene la historia completa sobre Wickham (es mentiroso, un jugador e intentó fugarse con la hermana menor de Darcy) y sobre Jane (el Sr. Darcy estaba seguro de que Jane no quería a Bingley pues intentó salvar a su amigo de una mujer que sólo quería su riqueza). Elizabeth tiene una gran transformación emocional y se arrepiente de sus acciones precipitadas. 

Una vez vuelta a casa, Lydia, la hija menor, es invitada a ir con los oficiales a su próxima estación en Brighton. Elizabeth está en contra de este plan pero el Sr. Bennet deja que Lydia se vaya. 

Los tíos de Elizabeth le piden que los acompañe en un viaje a Derbyshire, que es, a propósito, dónde vive el Sr. Darcy. Deciden visitar su quinta, que se llama Pemberley. Elizabeth acepta sólo después de enterarse que el Sr. Darcy no va a estar. Cuando llegan a la quinta, Elizabeth se impresiona con su buen estilo y mantenimiento. La criada halaga a su jefe mucho. Sorpresivamente, se tropiezan con el Sr. Darcy y se porta muy bien con los tíos de Elizabeth, lo cual la sorprende mucho. Darcy le pide a Elizabeth que conozca a su hermana, quien es muy amable pero muy tímida. 

Antes de que podamos hacer las preparaciones para las bodas, Elizabeth se entera de que Lydia se ha fugado con Wickham. Este escándalo podría arruinar la familia pues el padre y el tío de Elizabeth tratan de localizar a la pareja renegada. El tío de Elizabeth salva el día y devuelve a los jóvenes novios sinvergüenzas. Cuando Lydia dice que Darcy estaba en su boda, Elizabeth se da cuenta de que hay mucho más a esta historia y le escribe a su tía para más información. 

Cuando su tía responde, Elizabeth conoce la verdad completa: Darcy era la persona que salvó la honra de la familia Bennet. Él localizó a los novios y pagó los deudos enormes de Wickham y en cambio Wickham se casó con Lydia. Cuando Darcy llega con Bingley para una visita en Longbourn, Elizabeth procura hablar con él pero no tiene la oportunidad. Parece que Darcy ha hablado con Bingley sobre Jane y todo está bien con eso. Bingley le pide la mano eventualmente y ella acepta su proposición. 

Luego, Lady Catherine visita a Longbourn y trata de decirle a Elizabeth que rechace cualquier proposición de Darcy. Elizabeth se enoja – ¿por qué pretende esta mujer controlarla? – y básicamente le dice que se esfume. Más tarde, Elizabeth y Darcy están paseando y dicen todo lo que hay que decir: "Gracias por salvar a mi hermana de la ruina." "Lo hice por ti." "¿Me odias todavía?" "No." "Te quiero." Etc. Deciden casarse. 

Jane Austen 1775 -1817 Gran Escritora Inglesa



Hay escritores que nos gustan, escritores a los que admiramos y escritores a los que quisimos desde el primer párrafo del primer libro suyo que nos tuvo entre sus manos. Escritores entrañables cuyas historias se vuelven parte de las nuestras. Jane Austen (1775-1817) es una de ellos. No solo es admirable o fascina, sino que sus novelas son un legado esencial que cuanto más pronto se entrega con más alegría se contagia.
No mucho antes de que la querida Jane se volviera una celebridad del siglo veinte, yo le regalé a mi hija, de trece años, la novela que a partir de entonces es la llave de nuestras mejores conversaciones. Porque desde los noviazgos hasta los acantilados encuentran cobijo en la sencillez y la inteligencia de lo que narra.




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Primera página de la edición de 'Orgullo y prejuicio', de Jane Austen, del 28 de enero de 1813. EL PAÍS


Hay, tras la voz que escribe Orgullo y Prejuicio, una mujer sabia que, a los veinte años, discierne como si llevara cincuenta reflexionando sobre los vicios y virtudes de los seres humanos. En medio de una vida tranquila, dentro de una familia armoniosa y de costumbres sencillas, Jane escribió, para leerles a sus hermanos, historias que resultan emocionantes porque tras el cuento de quién se casa con quien, ella entrega la fuerza de una narradora capaz de desentrañar los entresijos de un mundo mucho más complejo que el regido por las formas y las apariencias de su tiempo. ¿Cómo no leerla con humildad y sin prejuicios, con asombro y devoción?
No digo nada nuevo al afirmar que, mientras Jane escribía, el mundo de las mujeres terminaba en la puerta de sus casas. Por inteligentes que fueran: la mamá de Jane era una mujer ilustrada, que al tiempo en que cuidaba una casa con siete hijos y varios alumnos de su marido, alcanzó a tener tiempo para escribir algo de poesía. Cierto que Jane tuvo a su alcance los libros de la biblioteca de su padre y que pudo leer desde niña con placer y alegría, pero no hubo en ella ni el remoto sueño de convertirse en alguien cuya primera y explícita profesión fuera escribir. Menos aún imaginar el reconocimiento y la exaltación de su trabajo.
Hace tiempo intenté, como cualquier lector incauto, indagar qué amores, qué precisa memoria había urgido a Jane a escribir. Leí lo que pude sobre su vida en Pemberly, el cariño de su padre, el gusto por sus hermanos, su intensa amistad con Cassandra, su hermana. Leí de su gusto en el campo y su reticencia en Bath, leí sus cartas, su fervor y quise relacionar las nimiedades que se saben y lo mucho que se ignora con los libros de la distinguida y encantadora miss Austen. Como si alguien que se dedica a escribir no debiera saber que la realidad es una anécdota más entre las muchas que imagina un escritor. Así las cosas, conseguí estar segura de que Elizabeth Bennet, el personaje esencial de Orgullo y prejuicio, fue una mujer audaz que lo sigue siendo, como fueron y siguen siendo: su mamá un soliloquio en voz alta, sus hermanas menores unas frívolas, su papá un lector escéptico, su hermana mayor una suave y hermosa criatura. Pero que no es de la biografía de Jane, sino de su talento, su sentido del humor, su mirada y su imaginación, que salieron estos personajes.


Los ojos de Jane Austen eran premonitorios. Alguien creería que estoy loca si digo que fue una feminista, pero la verdad es que ninguna de sus heroínas tuvo a bien suicidarse para salir de un entuerto, mejor lo desafiaban como ahora se supone que debe hacerse

Pionera sonriente, Jane hizo su camino sin aspavientos, pero no creo que ignorando la fuerza de su literatura. Jamás escribió nada en que hablara de sí misma como la creadora de algo excepcional, pero tiene que haber sabido que su prosa encantaba y era de una elegancia y de una sonoridad nada usual. No creo que imaginara cuánto íbamos a quererla doscientos años después, ni de qué modo sus libros iban a entrar por nuestras casas en todos los idiomas y por todos los medios, haciéndonos saber que la incertidumbre y la honradez, la fuerza de las convicciones y la generosidad, siguen siendo actuales.
Vivir en un pequeño pueblo, la patria y el destino de Jane Austen, nos sucede a todos. Cualquier mundo es un pañuelo y en cualquier lugar la gente va haciendo la vida diaria mientras elige o abandona. Como en los libros de Jane Austen. Por eso fascina el irónico deseo de lo ideal que hay en sus historias. Por eso es posible imaginar que se parecen a las nuestras.
Gente que tiembla con los preparativos de una fiesta, que ve los viajes como expediciones y los noviazgos como una duda entre dos templos, habrá en todos los tiempos. Personajes como esos que creían en que la confusión tiene remedio y por su causa eran capaces de meterse en lo inaudito, sigue habiendo. Sobre todo, gente con ojos capaces de imaginar el destino como algo en lo que uno puede incidir, es tan crucial ahora como fue entonces.
Los ojos de Jane Austen eran premonitorios. Alguien creería que estoy loca si digo que fue una feminista, pero la verdad es que ninguna de sus heroínas tuvo a bien suicidarse para salir de un entuerto, mejor lo desafiaban como ahora se supone que debe hacerse. Y se hacían dueñas de sus vidas por obra y gracia de su santa voluntad. Como la propia Jane. Sola, mejor que mal acompañada. O como Elizabeth Bennet, excepcional y drástica, sencilla y elocuente.
Escribir es un juego de precario equilibrio entre el valor y la soberbia. También entre sus opuestos: el miedo y la humildad. A veces ninguno alcanza para contarlo todo. Ahí mismo está el secreto de la señorita Austen. Y su enseñanza: en ese equilibrio.
De tal secreto da fe Orgullo y prejuicio, la bendita novela que ahora cumple doscientos años, tan radiante y sabia como nunca.